7/18/12

Almejas en Punta Allen ( taller 2)

Agosto del 79’ En plenas vacaciones de verano, Junto a la familia partíamos a acampar a Punta Allen, Era aproximadamente 1 hora y media de viaje por carretera al sur de Cancún, Mi padre prefería la noche decía que la carretera estaba más “calma”. Mi tío Pancho llegaba a casa temprano a la hora de la merienda, siempre le gustaban los frijoles en olla que preparaba mi madre y con tortillas recién hechas, el banquete estaba ya listo. Junto a mi hermana Anne, preparábamos nuestras mochilas, En la de ella un block para dibujar y lápices de cera, en la mía catalejos y brújula, Ann con casi un añito solo observaba. Daban las 10:00 de la noche y salíamos en la combi azul turquesa que mi padre había transformado como una pequeña casa rodante, al menos así la veía yo. Llegábamos cerca de la medianoche, La luna siempre me llamó la atención como se reflejaba en el mar, Junto a Anne nos íbamos a la orilla y nos sentábamos en la arena, Veíamos la luna, Calladas las dos, Y nos contábamos historias, De reojo veíamos lo que sucedía atrás, Mi padre junto a mi tio Pancho armaban la carpa y ponían la fogata, Mi madre a cargo de la pequeña Ann, Y nosotras en brazos de la luna. Por las mañanas Anne y Yo nos dirigíamos al banco de arena, Con baldes y palitas, Nos mandaban a sacar almejas, A mi nunca me gustaba, Ni sacarlas, ni comerlas, ni nada, Juntábamos varias y se las llevábamos a mi padre. Las vaciaban en una olla gigante, Mi madre separaba algunas, las más grandes, las abría y solo les echaba limón y sal ¡Guácala!, aún no me gustan las desgraciadas y no lo digo peyorativamente en verdad pienso de su desgraciada vida, aquellos bichos, corrijo, moluscos, retorciéndose por el jugo de limón o peor aún, no sé si peor o no, pero cocidas vivas, íjole bien desgraciada la vida.

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